Familia Alday Alvarado

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Santiago
Familia Anfitriona
Recibir una chica o un chico de intercambio es una experiencia que te marca de por vida, con ellas el contacto ha sido permanente desde sus partida, es imposible de vivir a través de la experiencia de otros, te garantiza una experiencia emotiva intensa, derriba tus prejuicios, te cambia la visión del mundo, te hace descubrir, en esencia, que esos chicos y chicas no son diferentes a tus hijos, es una experiencia que vale la pena vivir

Para ser sincero, cuando nos acercamos a YFU con Marcela, mi señora y Magdalena nuestra hija menor, luego de vivir una mala experiencia con otra organización de intercambio, nunca imaginamos que nuestra experiencia se prolongaría hasta hoy en el tiempo, ya han pasado 3 años.

Magdalena quería vivir la experiencia de compartir con una familia en Estados Unidos, nosotros estuvimos dispuestos a respaldarla y gracias a la acogida y al apoyo personalizado de YFU fue posible hacerlo una realidad. Pero de ahí a aceptar recibir nosotros a alguien en nuestra casa, era un tema que, pensábamos, nos llevaría mucho tiempo decidir, no es una tema fácil asumir la responsabilidad de acoger a un extraño en tu casa y enfrentarse a los problemas derivados de la barrera del idioma y, como consecuencia, a las diferencias culturales. Considerábamos que tampoco teníamos el tiempo disponible para dedicar a un invitado, según nuestra rutina diaria, donde los dos, con mi señora, trabajamos, salimos muy temprano en la mañana y no volvemos hasta la tarde.

Un día recibimos un correo de YFU preguntándonos si podíamos y teníamos disponibilidad para recibir por 3 meses a una chica de Alemania, Josefine, nos lo cuestionamos con Marcela pero como nuestra hija mayor, Daniela, se había independizado y Magdalena había partido a vivir su experiencia fuera del país, respondimos que podríamos siempre y cuando no encontraran una mejor opción, influenciados por todas nuestras aprensiones, pero para buena fortuna nuestra fuimos escogidos para vivir esta doble experiencia, nuestra hija en USA y recibir y conocer una nueva hija, con quien el tiempo compartido se nos pasó volando, elimino todos nuestros temores y nos dejó hermosos recuerdos. Como no olvidar las largas sobremesas al final de cada día, cuando no entendía nuestros chistes y bromas y al pasar los minutos soltaba unas carcajadas una vez que las lograba comprender.

Gracias Josefine tuvimos la fortuna de conocer a Eldrid de Noruega, también una bellísima persona, con quien tuvimos la oportunidad de compartir en reiteradas oportunidades.

Luego llego Veronika de Eslovaquia, con ella fue todo más fácil aun, ya sabíamos a que nos enfrentábamos, ya no existía la presión por lo desconocido, la integración fue casi instantánea y otra vez el tiempo pasó volando y nos quedamos con lindos recuerdo, especialmente las veladas viendo los partidos de la selección, cuando se enojaba y reclamaba en Eslovaco y su frase típica en broma “eso no es gracioso” , sus ricos queque y comidas, la última noches nos preparó una comida que nunca olvidaremos.

Sin darnos cuenta fuimos adoptados como padres por las dos chicas. Digo adoptados, porque nosotros solo les facilitamos las cosas, una casa, comida y seguridad en sus aventuras de intercambios, el mayor esfuerzo de integración fue de ellas hacia nosotros, ellas aprendieron nuestro idioma, nuestras costumbres y rutinas, hasta nuestras mañas y nosotros les abrimos nuestros corazones. No nos dimos cuenta como un día, transcurrido los meses, nos encontramos sufriendo sus partidas, como unas hijas más, que sabes que nunca olvidaras y ruegas porque alguna vez, en el futuro, tengas la oportunidad de volver a abrazar. Las vivencias que nos dejaron son invaluables, no tienen precio…

Recibir una chica o un chico de intercambio es una experiencia que te marca de por vida, con ellas el contacto ha sido permanente desde sus partida, es imposible de vivir a través de la experiencia de otros, te garantiza una experiencia emotiva intensa, derriba tus prejuicios, te cambia la visión del mundo, te hace descubrir, en esencia, que esos chicos y chicas no son diferentes a tus hijos, es una experiencia que vale la pena vivir…

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